
Sin dudar ni un segundo, la gran salida de Objetivo AlcalaH hasta la fecha, quizá por el número de km, quizá por las ganas depositadas en el viaje, tuvo como destino las inquietantes ruinas del viejo Belchite, localidad zaragozana famosa por haber sido escenario de una de las más cruentas batallas de la Guerra Civil Española.

Nuestros recursos son ilimitados, y disponíamos de una “acogedora” (lease con ligera ironía) morada en la próxima localidad de la Estación de la Puebla de Hijar, gracias a las gestiones de nuestro querido vicepresidente, lo que nos dio cierta tranquilidad para afrontar el puente de San Isidro en tierras aragonesas.

Las primeras apariciones del más allá se produjeron en un alto en el camino (cierto, resulta casi tan espeluznante como el propio Belchite).
Tras unas horas llegamos al final del trayecto inmortalizando el momento con las ya míticas fotos modo formal e informal de grupo.

El Night Train, gran descubrimiento en el Nuevo Belchite, se convirtió en nuestro centro de operaciones y de recuperación de fuerzas. Desde este punto, partimos hacia el pueblo viejo para iniciar la visita nocturna. Siguiendo indicaciones de la guía, permanecimos ajenos al grupo e inspeccionamos en solitario el lugar para intentar captar las mejores fotografías.

El viento y el frío fueron nuestros enemigos, lo que repercutió en el bajo número de nocturnas realizadas, resultando una visita poco satisfactoria para la mayoría de nosotros. ¿Obra de los espíritus que todavía hoy vagan por las calles de Belchite molestos por nuestra presencia?.




Lo que quedó claro es que ese aura sobrenatural nos acompañaría durante todo el viaje, desde esa poco fructífera visita nocturna, hasta las supuestas voces, pasando por un inquietante descanso (con acampada en patio incluida) en la Puebla de Hijar.

La luz de la mañana nos dio ánimo para afrontar la visita diurna y nos descubrió rincones de Belchite que la oscuridad nos había ocultado la noche anterior. En esta ocasión realizamos el recorrido con el resto del grupo, parando en aquellos puntos que nos resultaban interesantes. Cada rincón, cada casa derruida, cada iglesia…. sin aliento queda el visitante ante esta prueba del horror vivido hace más de 70 años. La luz propicio sin duda nuestra creatividad y prueba de ello son las siguientes imágenes:






Terminamos el día nuevamente en el Night Train, nuestro cansancio, nuestras heladas jarras de cerveza, nuestras hamburguesas y nuestro deseo de volver a Belchite con más experiencia para repetir, sobre todo, nuestras fotografías nocturnas. Viaje inolvidable que tardaremos en superar… ¿o quizá no?.

